Independencia

La adquisición de la independencia comienza desde el primer día de vida.

Cuando hablamos de independencia por supuesto nos referimos a que el niño pueda vestirse solo, servirse agua de una jarra o atarse los cordones. Sin embargo, la independencia del ser humano no es solamente física.

Como educadores queremos introducir al niño en el camino de la independencia ideológica, intelectual, emocional y también espiritual. Es decir, una independencia integral.

Esto es, en principio, conocerse profundamente para aprender de sí mismo. Sus posibilidades y sus limitaciones; su propia capacidad de superarse a sí mismo. Este aprendizaje junto con la incorporación de experiencias e impresiones sensoriales a lo largo de sus primeros años de vida, despertará en el niño una sensación de seguridad, de amor propio, de auto-estima y respeto. Y entonces llegará el momento de independizarse de aquellos permisos que en realidad no necesitan ser dados.

Quieres una manzana o una pera?

Prefieres chocolatada o té?

Quieres permanecer en el salón o deseas ir al patio?.

Estas preguntas generarán en el niño decisiones que lo representan de acuerdo a sus características propias, fortaleciendo así su personalidad.

Luego, vendrán otros desafíos.

Puedo ir al baño? …no sé, si sientes que tienes que ir al baño entonces debes ir al baño.

Puedo sacarme el abrigo? Tengo calor. …..no sé, si sientes calor es posible que debas sacarte el abrigo. Tú que sientes?

Estas simples preguntas le devuelven al niño la responsabilidad sobre sí mismo. Éste adquiere la necesidad de percibirse, de conocerse y de tomar decisiones con independencia.

“Liberarse del adulto” como decía Maria Montessori es una práctica, un intenso proceso de auto-conocimiento en el que el niño aprende a percibirse a si mismo, a construirse internamente emocional e intelectualmente como un ser seguro de si mismo, respetuoso de si y del prójimo. Ese es el camino para respetar al otro y amarlo tal cual es.