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Qué es la nutrición integrativa infantil?

y por qué es un saber fundamental que debe ser abordado desde la infancia?

La nutrición integrativa funcional es un enfoque holístico de la alimentación.  Esto significa que no solo se enfoca en la dieta, sino también en otros aspectos del estilo de vida, como el sueño, el manejo del estrés, la actividad física y las relaciones interpersonales.

La aplicación en niños es especialmente relevante, ya que en esta etapa de la vida se sientan las bases para una salud óptima a largo plazo. En los niños, este enfoque holístico no solo se centra en cubrir las necesidades nutricionales básicas para el crecimiento y desarrollo evolutivo, sino también en prevenir la aparición de enfermedades crónicas desde temprana edad.

La nutrición integrativa funcional busca prevenir y revertir enfermedades abordando no sólo los síntomas que presenta el individuo, sino las causas subyacentes de las enfermedades, promoviendo un bienestar general a largo plazo.

 

¿Cómo funciona?

  • Prevención personalizada: En nuestro primer encuentro conversaremos sobre el estilo de vida familiar y del niño en particular. Analizaré las necesidades nutricionales específicas del organismo de tu hijo, teniendo en cuenta su genética, historial médico, y su situación actual. Con esta información y comprensión de su cuerpo y sus necesidades, diseñaré un plan de alimentación que revierta y/o prevenga la aparición de enfermedades relacionadas con deficiencias o excesos nutricionales específicos de acuerdo a su biodisponibilidad.
  • Equilibrio del cuerpo: El objetivo será restaurar el equilibrio del organismo, optimizando la función de sistemas clave como el digestivo, inmunológico, y endocrino. Esto se logra a través de la elección de alimentos que favorezcan la salud intestinal, reduzcan la inflamación y apoyen el balance hormonal. Encontraremos el equilibrio justo de acuerdo a cada caso específico.
  • Desintoxicación y eliminación de toxinas: Trabajaremos en limpiar y desintoxicar el organismo de toxinas (metales pesados, microplásticos, residuos de antibióticos, etc), que se absorben cotidianamente y se acumulan en los distintos sistemas. Esto mejorará y optimizará la función hepática y renal, y será fundamental para la prevención y reversión de enfermedades crónicas, actuales y futuras.
  • Desarrollo cognitivo y emocional: La nutrición integrativa funcional reconoce la interconexión entre la nutrición y la salud mental. Es por eso que una alimentación adecuada a las necesidades específicas del niño puede contribuir a su desarrollo cerebral, regular el estado de ánimo, reducir el estrés y mejorar la concentración y la función cognitiva.
  • Apoyo al sistema inmunológico, prevención y reversión de enfermedades crónicas: Una dieta integrativa funcional fortalece el sistema inmunológico, lo que es crucial para los niños, ya que están en constante exposición a virus y bacterias en el entorno escolar y social. A través de intervenciones nutricionales específicas, es posible revertir o mejorar condiciones crónicas como la diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, trastornos autoinmunes, alergias y desórdenes de atención, entre muchas otras.
  • Educación para hábitos saludables: Adquirir hábitos alimentarios saludables desde una edad temprana a través de este enfoque, promueve en los niños el desarrollo de una relación positiva con la comida, promoviendo una alimentación variada y rica en nutrientes, lo que evitará la alimentación selectiva u otros trastornos alimentarios en el futuro.

La alimentación en la infancia debe ser abordada desde la educación en edades bien tempranas. 

Dijo Maria Montessori acerca de la educación para un mundo mejor:

“Si un niño puede cuidar una planta en su infancia, sabrá cuidar del bosque cuando sea adulto”.

A mi me gusta pensar lo mismo en relación al propio cuerpo. Si un niño aprende a nutrirse con lo que realmente necesita, aprenderá a cuidarse y a respetar su cuerpo. Este será un aprendizaje invaluable para cuidar, respetar y nutrir en etapas posteriores, no solo a sí mismo sino también a su entorno físico y emocional. Un niño que sabe respetar sus necesidades y funciones biológicas, probablemente será un adulto sano y también habrá desarrollado empatía, tolerancia y atención a las necesidades propias y de quienes lo rodean. 

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